La dependencia emocional se evita cultivando el amor propio y el autoconocimiento. Ésta es la clave para generar relaciones saludables con uno mismo y con los demás. Encontrar a la persona adecuada supone también prepararnos nosotros para una relación.
La dependencia emocional en psicología es la dependencia afectiva o sentimental que consiste en una serie de comportamientos adictivos que se dan en una relación interpersonal donde existe una asimetría en el rol que asume cada persona.
EL AMOR NEGATIVO Y LA DEPENDENCIA EMOCIONAL
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La necesidad de afecto básica que todo ser humano necesita se convertirá en dependencia emocional cuando las conductas que desplegamos para satisfacerla sean patológicas y desproporcionadas.
De esta forma, la persona dependiente muestra un patrón persistente de necesidades emocionales insatisfechas que se intentan cubrir de una forma desadaptativa con otras personas. Por tanto se trata de una necesidad afectiva extrema hacia la pareja sentimental; de forma similar que un drogadicto necesita su dosis sí o sí, la persona dependiente necesita a la persona de la que depende y es que en la dependencia emocional operan similares mecanismos de refuerzo positivo como en otras adicciones, que acaban generando dependencia psicológica casi incontrolable en el sujeto.
En algunas ocasiones, la dependencia emocional se apoya en los tópicos del amor romántico que dibujan un intercambio de afecto asimétrico y disfuncional donde se idealiza al otro miembro de la pareja y aparecen ideas de complementariedad.
Hay autores como Rodríguez-Franco que han observado y relatado que el origen de la dependencia emocional se podría situar en las etapas del final de la adolescencia y del inicio de la juventud, período muy crítico en el que se vive el despertar de las relaciones de pareja. En estos momentos la entrega incondicional a la otra persona y la influencia de los mitos románticos incrementan la probabilidad de establecer una relación de dependencia en la pareja.
Cuando nos encontramos ante una relación de dependencia emocional lo más importante y el tratamiento a seguir es iniciar rápidamente una terapia psicológica a fin de conseguir identificar la situación, reconocerla y desvincularse emocionalmente de la pareja.
Crees que el amor lo puede todo?, crees que sólo hay una pareja ideal para ti?, tu pareja llena por completo todos los aspectos de tu vida?, piensas que la plena compenetración sexual es una prueba inequívoca de amor?, crees que cuando alguien está enamorado/a no siente atracción por otras personas?, los celos indican que la otra persona me quiere?, crees que eres una persona dependiente emocional?, quieres salir de una relación tóxica y no sabes cómo?
Si has contestado que SÍ a varias de estas preguntas, es posible que haya llegado el momento de pedir ayuda a un psicólogo profesional como los que en el IEPP trabajamos para identificar la situación, iniciar un tratamiento terapéutico y superar este momento de dependencia emocional juntos. Tenemos a tu disposición un servicio de psicología online donde estaremos encantado de resolverte todas tus dudas y evaluar si necesitas iniciar un proceso a través de nuestra primera cita gratuita.
Excelente post sobre la dependencia emocional, más común de lo que pensamos entre nuestros jóvenes y no tan jóvenes la verdad. El periodo en el que más se potencia esta problemática es en el final de la adolescencia e inicio de la juventud como muy bien has indicado y que en numerosas ocasiones prevalece en el tiempo hacia nuestra vida adulta. Muchas gracias por compartir. Saludos!
La independencia emocional descansa en un lado de la relación. Personas completamente independientes podrían resistir todo el apoyo emocional, prefiriendo hacer frente a las necesidades emocionales solas, o incluso ignorarlo por completo.
Las relaciones interdependientes, el tipo de relación más saludable, caen en el medio. La interdependencia significa que puedes reconocer tus propias necesidades emocionales y trabajar para que muchas de ellas se vean satisfechas.
En el otro extremo está la dependencia emocional. Aquí, normalmente terminas confiando en tu pareja para satisfacer casi todas tus necesidades. Cuando experimentas angustia, podrías buscarla inmediatamente antes de tratar de manejar tus emociones tú mismo.
Pero tratar de controlar a las personas suele ser contraproducente. Las personas que se sienten manipuladas o incapaces de tomar sus propias decisiones podrían terminar queriendo dejar la relación. Un patrón de relaciones fallidas es bastante común con la dependencia emocional.
La dependencia emocional a menudo se relaciona con la infancia. Carecer de un apego seguro a tus padres o cuidadores primarios, puede predisponerte a problemas de apego en tus relaciones adultas. Algunos estilos de apego pueden jugar un papel en la dependencia emocional.
Los comportamientos emocionalmente dependientes se desarrollan con el tiempo, por lo que probablemente no mejorarán de la noche a la mañana. Si bien es importante tomar medidas para abordar la dependencia emocional, también es importante tener paciencia y compasión por ti mismo o por tu pareja.
Los padres demasiado involucrados en la vida de sus hijos, que no dejaron espacio para el crecimiento también pueden haber fallado en satisfacer sus necesidades básicas al prevenir este desarrollo.El espacio personal, tanto físico como emocional, ayuda a los niños a desarrollarse. Eventualmente, se necesita independencia y la oportunidad de formar un sentido de sí mismo.
La Dependencia Emocional se describe como un tipo de dependencia sentimental caracterizada por la manifestación de interdependencia relacional. Se propone como objetivo establecer un análisis comparativo de su perfil clínico y psicosocial. Para ello, se han seleccionado 880 participantes, de los cuales 277 están filiados como muestra clínica, 311 corresponden a población general y el resto representan muestras de comparación (adictos y familiares no codependientes). Según los resultados hallados, se define el perfil del dependiente emocional como propio de sujetos que experimentan desajustes afectivos en forma de sentimientos negativos (soledad, tristeza, desánimo, culpa, etc.) y vacío emocional junto a deseos de autodestrucción e inescapabilidad emocional. Presentan una dependencia pura (manera de depender de una persona de forma subordinada), con un anhelo irresistible de estar con la persona de la que se depende. Se abunda en la necesidad de implementar propuestas de gestión emocional y de promoción de la salud relacional.
En las sociedades contemporáneas la vida relacional y socioafectiva está sometida a renovadas condiciones psicosociales en las que los conflictos emocionales en las relaciones de pareja e interpersonales son descritos como propios de una suerte de psicopatología de la vida cotidiana. Se apela a los cambios sustanciales que se van produciendo en la manifestación de las emociones y, entre ellas, específicamente en el caso del amor, ya que abundan desregulaciones varias que afectan a la expresión de las emociones y de los sentimientos (Greenberg & Goldman, 2008; Nussbaum, 2008) y a la propia esfera identitaria (Moral, 2005; Sirvent & Moral, 2018) asociadas a otros cambios globales (Berscheid, 2010). A nivel investigador, a pesar de que el estudio del amor ha sido considerado como una temática menor dentro de disciplinas como la Psicología Social (Sangrador, 1993), en las últimas décadas se ha tendido a una normalización científica, en los términos expresados por García y Cedillo (2011) y, a otro nivel, a una tendencia a la globalización de las emociones y al empoderamiento emocional (Calvo, 2017; Castro, 2012; Santiago, 2018).
El amor es valorado como un sentimiento vital y trayectoria a largo plazo, siendo conceptualizado como una de las emociones más intensas y deseables, según Sternberg (1988). El calificado por Giddens (2000) como amor confluente, por oposición al amor romántico, conlleva una idea de intimidad que contraviene la idea de la entrega incondicional y permanente. Semejante amor líquido (Baumann, 2005) está vinculado al cambio social y a las condiciones postmodernas manifestadas en transformaciones estructurales de la vida social relacionadas con la conducta amorosa, tales como la reorganización de la vida doméstica, los roles de género, las relaciones paterno-filiales y el comportamiento sexual, según el análisis de Crego (2004) (véase Calvo, 2017; Sánchez-Sicilia & Cubells, 2018). Del comportamiento amoroso se derivan múltiples implicaciones sobre el bienestar físico, psicológico y social y, específicamente, la pareja constituye una fuente de satisfacción psicosocial, estando relacionada la calidad de las relaciones de pareja a los estilos de apego de los individuos (Gómez, Ortiz & Gómez-López, 2011; Valle & Moral, 2018). Sin embargo, las nuevas formas de relación amorosa y sus conflictos son una de las señas identificativas del normal caos en el amor, en los términos expresados por Beck & Beck-Gernsheim (2001). El amor puede convertirse en necesidad y generar conflictos, como en el caso de los dependientes emocionales que desarrollan patrones de vinculación disfuncional. La interrelación puede derivar en apego dependiente con la manifestación de síntomas psicopatológicos de merma de la autonomía personal, necesidad excesiva del otro, síntomas de abstinencia y craving en su ausencia, naturaleza desiderativa de las experiencias y otros signos denotativos (Moral & Sirvent, 2008, 2009; Sirvent, 2000).
En la dependencia emocional se encuentran implicados aspectos tanto emocionales como cognitivos, motivacionales y comportamentales orientados al otro, así como creencias distorsionadas acerca del amor, de la afiliación e interdependencia y de la vida en pareja, que derivan en insatisfacciones y que se fundamentan sobre demandas afectivas frustradas (Lemos & Londoño, 2006; Moral & Sirvent, 2008; Sirvent & Moral, 2018). También ha sido descrita como un factor explicativo de la violencia intrafamiliar (Moral, García, Cuetos & Sirvent, 2017). Y es que tanto en las primeras relaciones como en las parejas más consolidadas se manifiestan conductas violentas en mayor o menor medida (Batiza, 2017; Redding, Ruiz, Fernández & Guijarro, 2017). En estudios como los de Amor, Echeburúa & Loinaz (2009), en los que se avanza en la clasificación tipológica de los hombres violentos contra su pareja, se incide en las características diferenciales de sus vínculos afectivos, estilos cognitivos y relacionales. En relaciones de pareja con conflictos de violencia física y/o psicológica tiende a afianzarse la idea de que la pareja va cambiar, con lo que se tiende a la justificación de la relación conflictiva (Andrade & García, 2009; Aráujo, 2008; Loinaz & Echeburúa, 2012; López-Zafra & Rodríguez, 2008; Lucariello & Fajardo, 2011, 2012; Tasso, Brown, Griffo & Maxwell, 2012). En este sentido, como distorsiones cognitivas en agresores de pareja destaca la negación del problema y los mecanismos de culpabilización de la víctima (Loinaz, 2014), más prevalentes que otras diferencias en variables emocionales (estilo de apego, empatía y autoestima); (Loinaz, Echeburúa, & Ullate, 2012). Todo ello se fundamenta en mecanismos de desigualdad emocional, en opinión de Verdú (2013), factores clave de desregulaciones a nivel afectivo, con mecanismos de sometimiento y/o sojuzgamiento, juegos de poder y otros signos descriptores, en casos de dependencia emocional. En la base de ello se encuentra la multicausalidad de la problemática investigada y la vinculación entre dependencia emocional y actitudes sexistas, dada su trascendencia en las manifestaciones de violencia en el noviazgo y de maltrato psicológico en particular (Bringas et al., 2017; García et al., 2018; Momeñe, Jáuregui & Estévez, 2017; Valle & Moral, 2018). Otro fenómeno observado referente a la dependencia y las relaciones de maltrato es la disociación entre la victimización de violencia por parte de la pareja y la auto-percepción de víctima (Rodríguez-Franco, Antuña-Bellerín, López-Cepero, Rodríguez-Díaz & Bringas, 2012) siendo, además, difícil establecer la prevalencia (véase Rubio-Garay, López-González, Carrasco & Amor, 2017). 2ff7e9595c
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